martes, 26 de octubre de 2010

Un cuento desde la cripta.


Hola, me llamo Cesar y hace tres meses que perdí a mi esposa Yvonne en un accidente de automóvil.

Desde ese día no la he podido olvidar. "Todavia recuerdo su precioso pelo largo, su aroma fresco y natural, sus preciosos ojos azules, pero sobre todo lo que no he podido olvidar es su preciosa sonrisa".

Todo este tiempo no he dejado de llevarle un ramo de rosas rojas a su tumba, sus flores favoritas. Y no he dejado de pedirle que regrese a mi lado...

En el reloj de pared sonaron las doce de la medianoche y Cesar se dispuso a acostarse. En ese instante sonaron unos golpes en la puerta.¿Quien podía ser a esas horas?.Y además Cesar no esperaba ninguna visita.

Abrió la puerta y en su cara se dibujó un gesto de estupor. Al otro lado, en el frio de la noche estaba su esposa Yvonne; no podía ser, pero era ella, mucho más demacrada, pero era Yvonne. Cesar se dispuso a abrazarla y en ese momento, de la boca de Yvonne salieron estas palabras:

"No me toques, no se te ocurra tocarme. Si he venido ha sido solamente porque tú me lo has pedido".

Yvonne entró en la casa y se sentó en su sillón favorito, y pidió a Cesar:

"Tráeme un ovillo de lana y las agujas de hacer punto".

Cesar entró en la habitación y volvió con las cosas que le había pedido su esposa.

Cuando Yvonne las cogió en sus manos, comenzó a hacer punto freneticamente; parecía un automata. Cesar se quedó absorto mirandola, y no se dio cuenta de algo que se movía en uno de los ojos de Yvonne; ¡Era un gusano!.

Además tampoco se apercibió de que un trozo de piel de la mejilla de Yvonne había caído al suelo, y se podía ver el hueso.

Cesar estaba cansado .Preguntó a Yvonne si quería acostarse, ésta negó con la cabeza. Cesar se acostó. Despertó a las cinco de la madrugada. Se acercó al sillón y allí estaba Yvonne, haciendo punto. Parecía algo demoníaco y Cesar se abalanzó para quitarle las agujas, y entonces....

A las nueve de la mañana entró en la casa la señora de la limpieza. Y la escena que vio en el comedor no la olvidaría nunca.

En el suelo, en medio de un gran charco de sangre estaba el cuerpo inerte de Cesar con el cuello atravesado por dos agujas de punto.

Y en el sillón estaba su esposa Yvonne....

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