Hablo de lo que me plazca y cuando quiero y cuando puedo, aqui hablaremos de: 1ro.- videojuegos, 2do.-cine, 3ro.-tecnologia, 4to.- celulares, 5to.- musica, 6to.- lo que yo quiera, 7mo.- Pedro Suarez Vertiz
lunes, 13 de junio de 2011
OJALA SE DESTRUYA MACHU PICCHU.
Así tituló el diario El Mundo de España una desconcertada nota sobre cómo "algunos sectores de Lima, sobre todo jóvenes acomodados, se niegan a aceptar a Humala". El artículo reproduce algunas de las frases más infames que han circulado por las redes sociales a raíz de la victoria del candidato de Gana Perú. Una de las más impresionantes es la del título: "Ojalá se destruya Machu Picchu, para que los cusqueños no tengan con qué comer".
En Facebook, el grupo Vergüenza Democrática exhibe una galería del espanto con algunas de estas frases. Hemos corregido un poco la ortografía para volver legibles los textos:
"No pienso ayudar a nadie y que no me vengan con campañas contra el frío ni nada... Puneños de mierda, muéranse de frío, ahora que Ollanta les mande ropa, pues"
"Nuestro 50% mantenemos con nuestros impuestos al 50% que votó por Humala, no lo olviden"
"Deberían ser dos elecciones por separado, con un candidato para las provincias donde votan toda la sarta de 'fronterizos' irracionales que buscan el beneficio personal sin importarles las consecuencias'
"Róbale el DNI a tu empleada para que no vote por Humala!!!!!"
"El Perú se jodió por los serranos malditos, ignorantes de mierda, humalientos la cagaron'
"Toda la gente que votó por Humala debería morir. Así habría menos pobreza."
Creo que ya entendieron. Lo mismo sucedió luego de la primera vuelta, especialmente entre algunos jóvenes que votaron por PPK. En ese momento la violencia duró casi un par de semanas y llegó a tal nivel que algunos de los autodenominados "PPKausas" organizaron grupos en Facebook para dar un golpe de Estado si ganaba Humala, incluso publicando mapas de la casa del entonces candidato, en medio de proclamas claramente discriminadoras.
Durante días la tensión creció y el líder de los PPKausas no se manifestaba. Tres días después hizo un llamado a "discrepar pero con respeto". Nunca mencionó la palabra "discriminación". Perdió la oportunidad de plantear este tema ante sus miles de jóvenes seguidores. De vuelta a la segunda vuelta, esta misma semana, en entrevista con Rosa María Palacios, el congresista Daniel Abugattás se quejó de los exabruptos "perdonen la palabra, racistas". Abugattás -representante de los votantes discriminados- pidió disculpas por hablar de racismo. Tema tabú. Como si el racismo no existiera, como si fuera más fácil echarle tierrita, barrerlo debajo de la alfombra.
Lo que hace Vergüenza Democrática es airear uno de nuestros más problemas más arraigados. Aunque en los medios el racismo pareciera ser sólo un problema de discotecas o de los personajes de Jorge Benavides, en realidad se trata de algo escabrosamente común. En Facebook uno tiene la ventaja de poder darle print screen (captura de pantalla) e inmortalizar para siempre cada exabrupto racista. Pero si pudiéramos hacer print screen de lo que se gritan los conductores durante el caos del tránsito limeño, no sería muy diferente. El racismo está allí, a flor de piel, esperando el primer acceso de ira para convertirse en un arma para agredir al otro. Usualmente las expresiones racistas en el Perú son verbales y, por tanto, efímeras, sin registro (salvo uno o dos columnistas, nadie se atreve a vomitar en textos impresos su mentalidad discriminatoria).
Lo de Facebook nos parece novedoso y nos espanta únicamente porque ahora sí queda registro de los epítetos. Como en las esquinas atoradas de tránsito, en las redes sociales no hay un proceso de reflexión previo al exabrupto: la distancia entre el cerebro y el teclado es demasiado corta. Sale lo que tiene que salir y lo que tiene que salir es lo que nos esforzamos en barrer bajo la alfombra.
Gracias a Facebook, que evidencia el problema, podemos discutirlo abiertamente. ¿Quién le va a poner cascabel al gato? ¿Quién va a discutir abiertamente en los medios de comunicación el problema? ¿Quién va a utilizar la palabra racismo sin pedir disculpas? ¿Quién va a eliminar de los textos escolares las clasificaciones raciales de la Colonia (zambo, sacalagua, saltapatrás, cuarterón, etc.) que nos enseñan desde niños como si fueran de verdad y consiguen perpetuar su uso 400 años después? Nuevamente, la raíz de todo es la educación. Empecemos por allí, aunque sea. Esa sí sería una "gran transformación", Presidente Humala.
Marco sifuentes.
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