miércoles, 17 de febrero de 2010

El maestro de King of Fighters '97






King of Fighters '97 era el juego del momento. En los pinballs del Centro de Lima se retaban los más bravos y se armaban jornadas de varias horas. Muchos sapos -como yo, por ejemplo- se emocionaban viendo los interminables combates. Uno de los mejores jugadores que he visto en toda mi vida fue Loco, un amigo de mi primo que me llevaba a los locales más caletas para demostrar su level.

Loco me regalaba siempre al primer luchador de su equipo para practicar. Yo elegía siempre a Clark y aprendí algunos combos interesantes en poco tiempo. Me había comido varios perfects, pero mi maestro siempre revertía la situación fácilmente. Se había vuelto conocido y la gente lo saludaba, otros murmuraban cuando lo veían acercarse a la máquina de KOF '97, que no estaba vacía en todo el día.

Verlo jugar era toda una experiencia. Loco repetía las frases de sus luchadores cada vez que encadenaba un combo o lograba un especial. Además, en el transcurso del juego provocaba a su rival con frases como Ay, qué rico; Mira, mira, cómo se corre o Toooma, mariconazo. Cuando la batalla había terminado y era victoria, hacía los movimientos corporales de su equipo y me miraba sonriente.

El problema llegaba cuando le tocaba perder: había que comprarle una camisa de fuerza, o quizá dos. Si Loco perdía una ficha, golpeaba la máquina con toda su fuerza y soltaba una fila de lisuras contra sí mismo. Luego tomaba aire y se iba a comprar un par de fichas más. Volvía muy serio y analizaba unos minutos a su enemigo. Ahora vas a ver, decía, y empezaba otra vez.

La revancha la jugaba muy concentrado y sin hacer payasadas. No me regalaba el primer round y salía desde el comienzo a buscar el perfect para cobrarse la ofensa, él consideraba un insulto ser derrotado en su juego. Siempre había un par de curiosos viéndolo y moviendo la cabeza cada vez que él ejecutaba alguna maniobra complicada. Pocas veces lo vi caer por segunda vez. Cuando sucedía, era mejor alejarse de él.

Loco pateaba la máquina y se insultaba a sí mismo. Se retiraba un momento de los controles y movía la boca sin decir palabras. Sacaba la última ficha de su bolsillo y le decía a su rival: Ah, bueno eres. En esta no me voy a mover, si me ganas, te saco la %#$/%&$$ de tu madre. La respuesta era casi siempre tranquilo, tío. Él siempre replicaba ¿qué, no me crees? Vamos a probar entonces.

Elegía en random a todo su equipo y miraba muy molesto a la pantalla. Cuando la pelea empezaba, Loco se cruzaba de brazos y le repetía al desafortunado ya sabes, ah. Me ganas y, te saco la %#$/%&$$ de tu madre. El rival casi siempre se marchaba para evitar problemas. Solo vi a dos personas siguieron peleando, pero terminaron bastante golpeados. Mi maestro era un excelente golpeador y le daba de alma a cualquiera.

La secundaria me acercó a una chica muy bonita. Cambié los pinballs y el olor a sobaco de escolar cochino por besos y agarraditas de mano, no había punto de comparación. No volví a acompañar a Loco al Centro de Lima y, después de un tiempo, perdimos el contacto. Se mudó por un trabajo que le había conseguido un pariente cercano y no dejó su teléfono ni una dirección para ubicarlo. Mi primo tampoco supo nada de él, pero siempre recordaba sus peleas en KOF '97.

Hace algún tiempo fui con S al cine. Aún faltaba para que inicie la función y me puse a jugar Street Fighter III solo. Cuando derroté al segundo enemigo, un tipo se sentó a mi lado para retarme. Le hice doble perfect él realmente jugaba mal, no es que yo sea tan bueno, él golpeó la máquina y se insultó a sí mismo. Se fue y lo miré de reojo. Pidió dos fichas a uno de los empleados y cuando volvió a la máquina, yo ya me había retirado.

Tomé a S de la mano y le dije que mejor íbamos avanzando, que había que agarrar buen sitio en la sala. Ella se extrañó, yo había dejado mi juego a medias y no entendía por qué. Le respondí que me dolía un poco la muñeca y mejor no hacía esfuerzo. Estoy completamente seguro: le había hecho un doble perfect a Loco, pero no quería ganarle sus dos últimas fichas, era algo muy peligroso.

Y ustedes, ¿han conocido a gente extraña en un pinball?

Gino

Fuente: Peru21.com

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